jueves, 30 de junio de 2022

¿Por qué existen falsas creencias acerca de Dios?

"El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas...Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hechos 17:24,25 y 29).

La Biblia refiere que mientras el apóstol Pablo esperaba a sus compañeros Silas y Timoteo, en la Atenas del primer siglo de nuestra era cristiana, "su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría" (Hechos 17:15,16). A él le afectaba ver cómo los atenienses de ésa época rendían culto a una pluralidad tan amplia de ídolos inventados e imaginados por el hombre. También llamaba su atención el hecho de que tenían en la ciudad un altar con una inscripción que decía “AL DIOS NO CONOCIDO” (Hechos 17:23). Sin embargo, para presentarles una visión bíblica del único Dios verdadero, Pablo les predicó el mensaje de las Escrituras teniendo como foco central el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

En nuestros días, la idolatría que era practicada en Atenas no ha cesado todavía. Esto se debe a las creencias incorrectas y falsas nociones[1] que existen acerca de la Deidad. Tristemente, todavía muchos piensan en la divinidad como si ella fuera "semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hechos 17:29). Para notar esto, solo eche un vistazo a las religiones populares de hoy en las que tristemente se continúa adorando a las estatuas, figuras y objetos fabricados por el hombre. Pero, ¿por qué existen estas falsas creencias? ¿Por qué la imagen del Dios único y verdadero no resulta tan clara aún para algunos que afirman creer en él?

Consciente de que existen múltiples motivos que explican las falsas creencias, le invito a considerar estos dos como los principales: 1) Por desconocimiento de las Sagradas Escrituras y 2) Por causa del pecado. La idea es que al reflexionar en ellos, seamos motivados a ahondar más y más en las Sagradas Escrituras para robustecer más nuestro conocimiento de Dios y para avivar nuestros corazones y pies en la tarea de proclamar el mensaje de la Biblia a los que aún necesitan conocer al Dios[2] único y verdadero.

1. Por desconocimiento de las Sagradas Escrituras

Las creencias incorrectas acerca de Dios y de su doctrina se deben, fundamentalmente, a un desconocimiento de las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, ese fue el caso de los saduceos que no creían en la doctrina de la resurrección de los muertos, una verdad claramente revelada y establecida en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, ellos no solamente rechazaban esta verdad, tal como era repudiada por su secta, sino que fueron más lejos: hicieron a Jesucristo un planteamiento malintencionado sobre ella con el propósito de sorprenderlo (Marcos 12:18-23).

Pero en su respuesta, el Señor Jesús les dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios... respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” (Mateo 22:29,31). Lo mismo que ocurría a los saduceos con respecto a la doctrina de la resurrección de los muertos, es lo mismo que ocurre en nuestros días a ciertos individuos con respecto a Dios y otras enseñanzas bíblicas.

En ese orden de ideas, es debido al desconocimiento de lo que enseña la Biblia con respecto al carácter de Dios que algunos afirman que prefieren creer en el Dios presentado en el Nuevo Testamento y no así en el del Antiguo. Es posible que usted haya oído antes acerca de esta manera de pensar. Les parece que el carácter de Dios mostrado en el Antiguo Pacto es distinto al del Dios compasivo y amoroso que muestra el Nuevo. Sin embargo, la verdad es que Dios es el mismo tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Él dijo: “Porque yo Jehová no cambio” (Malaquías 3:6). Dios no cambia porque es inmutable. Un estudio cuidadoso de la naturaleza de Dios revelada en las Escrituras demuestra que no existe contradicción entre el carácter amoroso y justo de Dios.

De igual manera, es por desconocimiento de las Sagradas Escrituras que en el mundo se adora a un “Dios” hecho conforme a la imaginación del hombre; a un “Dios” que se acomoda a los gustos y expectativas humanas y a un “Dios” que no contradice los deseos mundanos ni toma en serio la santidad. En la actualidad, esto es lo que se percibe en muchos lugares de culto. Es por este mismo motivo que también algunos abrazan creencias religiosas y filosóficas que son extrañas a la fe cristiana y tratan de enseñarlas a la iglesia como si fuesen verdades salidas de la misma boca de Dios. Aunque no nos agrade reconocer que esto sucede, es una realidad de la cual ya hemos sido advertidos (2 Timoteo 4:3) y de la cual debemos estar alerta.

Pero entre todas las falsas creencias que existen o que puedan surgir acerca de Dios y de su voluntad, por desconocimiento de las Escrituras, las más nocivas son las que vienen acompañadas con verdades bíblicas. ¿La razón? muchos son engañados por quienes las promueven y enseñan sutilmente de manera combinada. Por ejemplo:
  • Promover la creencia en Dios como Creador de los cielos y la tierra (creencia verdadera, Génesis 1:1), y a la vez enseñar que él tiene un cuerpo de carne y de hueso[3] como el de los hombres (creencia falsa).
  • Promover la creencia de que Dios, en su gran amor y misericordia, envío a su Hijo Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores y darles vida eterna (creencia verdadera, 1 Timoteo 1:15), y a la vez enseñar que hay otros mediadores[4] entre Dios y los hombres u otros caminos[5] para la salvación (creencia falsa).
  • Promover la creencia de que Dios es Uno y que es Todopoderoso (creencia verdadera, Marcos 12:29), y a la vez enseñar acerca de Cristo y del Espíritu Santo como si trataran de una criatura[6] y de un poder menor e impersonal[7], respectivamente (creencia falsa).
Lo mismo también ocurre con otras enseñanzas y doctrinas fundamentales del cristianismo, tales como las del nacimiento virginal de Cristo, su encarnación, su deidad, su sepultura y resurrección, la Salvación, entre otras. Tristemente, no faltan maestros falsos que pretendan adulterarlas, confundirlas o cambiarlas.

La iglesia que Cristo compró a precio de sangre debe estar alerta ante estas falsas creencias que vienen mezcladas sutilmente con verdades divinas. No debe olvidar que la verdad entrelazada con la mentira fue exactamente una de las estratagemas que utilizó Satanás para engañar a Adán y a Eva (Génesis 3:1-6). Debe estar siempre preparada no solo para discernir la verdad del error sino también para presentar defensa de la verdad misma, con mansedumbre y reverencia (1 Pedro 3:15).

Mientras se mantiene alerta, la iglesia de Cristo debe permanecer en oración y nutriéndose constantemente con la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:15-17) a fin de no ser arrastrada "por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error" (Efesios 4:14).

2. Por causa del pecado

El pecado resulta ser la semilla de la cual brotan todas las falsas creencias acerca de Dios. Así como el amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:10), así el pecado es la raíz de todas las creencias contrarias a Dios y a sus enseñanzas. Tiene el potencial de eclipsar la mente y el corazón de los hombres no solo para que éstos intenten deformar la imagen y la gloria del Dios invisible sino también para inducirlos a que lo eviten.

Aunque se trate de justificar lo contrario, en el fondo es por causa del pecado que unos se identifican como incrédulos, agnósticos, escépticos y ateos (Salmos 14:1). Es por causa del pecado que otros tratan de evitar la realidad de una autoridad divina que los cuestione por sus acciones. Es por causa del engaño del pecado que algunos tristemente endurecen sus corazones, se rehúsan a creer la verdad de Dios y terminan elaborando todo un sistema de creencias contrarias a la enseñanza bíblica. Esta es una triste realidad que observamos entre los hombres a causa del pecado y su influencia.

Sin embargo, a pesar de las falsas creencias y toda la confusión que ha causado el pecado en el mundo, Dios sigue siendo el Dios que no cambia; su Palabra se continúa cumpliendo y su amor, gracia y llamado de arrepentimiento siguen vigente para todos los hombres hoy. A pesar del panorama sombrío y las falsas creencias que ha traído el pecado a la humanidad, Dios sigue usando a su iglesia en este mundo para predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo a toda criatura, extendiéndola hacia todos los rincones, de modo que la luz de su mensaje redentor resplandezca en las mentes y corazones de los hombres, de modo que conozcan a Dios y sean salvos. Jesucristo vino a libertarnos del pecado (Juan 8:36) y darnos conocimiento del Dios verdadero (1 Juan 5:20).

"Por lo cual dice: despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo" (Efesios 5:14).

Hno. Gerson Rosa



[1] Una noción es una "idea general que se tiene sobre algo" (Definiciones de OxfordLanguages). Las falsas nociones acerca de Dios son aquellas que no se conforman a lo que la Biblia enseña sobre Dios.

[2] La triste realidad de que muchas personas a nuestro alrededor todavía no conocen ni adoran a Dios, como dice la Escritura, nos debe mover a hacer como aquellos apóstoles que, "todos los días, en el templo y por las casa, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo" (Hechos 5:42). La necesidad y el llamado a predicar el evangelio genuino de Cristo no es solo por la necesidad de salvación de los hombres sino porque Dios debe ser conocido y adorado de conformidad con su Palabra. Dios nos salva para su gloria (Efesios 1:6).

[3] La Biblia enseña que "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).

[4] Las Sagradas Escrituras enseñan que "…hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5).

[5] La Biblia enseña que solo en Jesucristo hay salvación: "y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Ver también Juan 14:6.

[6] La Biblia no presenta a Cristo como una criatura más sino que enseña que "todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1:3). Jesucristo es Dios (Juan 1:1).

[7] La Biblia no presenta al Espíritu Santo como un poder impersonal o alguna fuerza activa sino como la tercera persona de la Deidad (1 Juan 5:8), que tiene voluntad (Hechos 16:6).

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