"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 7: 21).
Dios es un ser supremo que posee voluntad.[1] Él no es una especie de fuerza impersonal misteriosa o alguna forma de energía cósmica que impulsa todas las cosas al azar. Dios es un ser personal y él hace todas las cosas según el designio de su propia voluntad (Efesios 1:11), la cual es buena agradable y perfecta (Romanos 12:2).
El concepto "voluntad de Dios" es bastante general en la Biblia y puede ser entendido de múltiples maneras. Por esta razón, y para alcanzar un entendimiento más específico del mismo, conviene explicarlo al menos en estas tres categorías: 1) voluntad de propósito, 2) voluntad de deseo y 3) voluntad de mandato.
1) Voluntad de propósito
La voluntad de propósito[2] significa que Dios lleva a cabo todo lo que se propone hacer y lo hace a su tiempo y a su manera, de acuerdo a su plan eterno.
Por ejemplo, Dios se propuso crear los cielos y la tierra y así lo hizo (Génesis 1:1); se propuso destruir al mundo impío de los días de Noé mediante un diluvio y así lo cumplió (2 Pedro 3:6); se propuso sacar a la nación de Israel de la esclavitud de Egipto, guiarla por el desierto e introducirla en la tierra de Canaán y así lo hizo (Deuteronomio 5:15); se propuso bendecir a todas las familias de la tierra por medio de la simiente de Abraham y así lo ha hecho y lo hace en Cristo (Génesis 22:18); se propuso dar leyes a su pueblo y enviarles profetas para que escuchen su voz y así lo hizo una realidad (Gálatas 3:19; 2 Crónicas 24:19); se propuso enviar a su Hijo Jesucristo a este mundo a morir en la Cruz para rescatar a la humanidad pecadora y así fue hecho (Juan 3:16; 1 Timoteo 1:15); se propuso establecer la iglesia de Cristo en el día de Pentecostés (Hechos cap. 2) y así por la Biblia sabemos que lo llevó a cabo.
La voluntad de propósito de Dios no es conocida de manera anticipada por el hombre a menos que Dios mismo la revele, y estos aspectos antes mencionados él ya nos lo reveló en su Palabra.
2) Voluntad de deseo
La voluntad de deseo de Dios significa que Él tiene deseos de que ciertas cosas sucedan o de que no sucedan. Dentro de lo que él no desea que suceda, podemos mencionar: 1) No desea que el hombre peque (Salmos 4:4); 2) No desea la muerte del impío (Ezequiel 33:11) y 3) No desea la perdición eterna del ser humano (2 Pedro 3:9). Dentro de las cosas que él sí desea que sucedan, podemos señalar: 1) Él quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4), 2) Él quiere que lo conozcamos (Jeremías 9:24) 3) Él quiere que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9) 4) Él quiere que obremos según el querer y el hacer que él mismo pone en nosotros según su buena voluntad (Filipenses 2:13; Santiago 4:15), 5) Él quiere que hagamos todas las cosas con amor y para su gloria (1 Corintios 16:14; 1 Corintios 10:31).
En su buena voluntad, Dios siempre ha tenido deseos de salvarnos y bendecirnos para nuestro bien y para su gloria. Por ejemplo, el solo hecho de que nos envió a su Hijo Jesucristo a este mundo, a morir por nuestros pecados en la Cruz, para nuestra redención, justificación y santificación (1 Corintios 1:30), es la evidencia más poderosa y contundente de los anhelos de Dios por salvarnos y bendecirnos. Él nos dio a su Hijo Cristo como autor de eterna salvación (Hebreos 1:1,2; 5:9), tanto para salvarnos de nuestros pecados como para alabanza de la gloria de su gracia (Efesios 1:6).
Pero, como es sabido, tristemente el hombre no siempre se sujeta a los deseos de Dios. Por esta razón, los deseos que Dios tiene de que el hombre no peque no siempre se ven satisfechos (y es por esta causa que viene el justo juicio de Dios sobre todo ser humano). No obstante, el hecho de que el hombre no siempre se sujeta a los deseos de Dios no significa que exista alguna imperfección en Dios o en su voluntad. La verdad es que, en su soberana voluntad, Dios permite (no que necesariamente aprueba) que ciertos hechos sucedan o no sucedan en su creación con el propósito de mostrar y exaltar su gloria en su tiempo y a su manera.
Por encima de la voluntad humana, Dios honrará todo cuanto ha dicho y prometido en su Palabra, ya sea para bendición o para justa condenación. Claramente, las Sagradas Escrituras enseñan que Dios bendice la obediencia en Cristo, pero también condena el pecado y la desobediencia a su voluntad en cualquier forma (Romanos 2:7-9; Deuteronomio 28).
3) Voluntad de mandato
La voluntad de mandato de Dios es la categoría de su voluntad que más ampliamente se manifiesta en las Sagradas Escrituras. Es también conocida como voluntad revelada.[3] Significa que Dios entregó mandamientos específicos en su Palabra para los que pidió obediencia. Esta clase de voluntad es la respuesta a nuestra pregunta de cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas.
En el Antiguo Testamento, a través de su siervo Moisés, Dios entregó a los israelitas el decálogo, es decir, los diez mandamientos. También entregó otras leyes, ordenanzas, estatutos, preceptos y decretos que eran como una extensión de los diez mandamientos para que la nación de Israel los cumpliera.[4] Estos mandamientos[5] y disposiciones regulatorias tienen que ver con la relación entre Dios y su pueblo bajo dicho pacto o Testamento. También prescribió el régimen de consecuencias por el incumplimiento de ésos mandamientos.
En el Nuevo Testamento, Dios dejó a todos los cristianos mandamientos específicos, los cuales hoy debemos cumplir bajo el nuevo régimen del Espíritu (Romanos 7:6). Estos mandamientos tienen que ver con nuestra relación con Dios, con Cristo, con el Espíritu Santo, con nuestros semejantes y con su creación. Están relacionados con la adoración, con las Sagradas Escrituras, con la iglesia, con el prójimo y la sociedad como un todo, con el matrimonio, con los hijos, con el trabajo, con los bienes materiales y con todas las instrucciones y promesas que Dios nos hizo en Cristo. En fin, la voluntad de mandato de Dios, bajo esta dispensación de la gracia, se expresa en mandamientos específicos que cubren toda nuestra vida como creyentes. Algunos de estos mandamientos específicos, que expresa esta categoría de la voluntad de mandato de Dios en el Nuevo Testamento, incluyen:
- Creer en nuestro Señor Jesucristo (Juan 6:40).
- Ser santos (1 Tesalonicenses 4:3).
- Dar gracias en todo (1 Tesalonicenses 5:18).
- Que, haciendo bien, hagamos callar la ignorancia de los insensatos (1 Pedro 2:15).
- No dejar de congregarnos (Hebreos 10:25).
- Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo (Marcos 12:30).
- Ofrendar voluntariamente, cada primer día de la semana (1 Corintios 16:1-4).
- Recordar la muerte de Cristo el primer día de la semana (Hechos 20:7).
- Obedecer en el Señor a nuestros padres (Efesios 6:1-3).
- No provocar a ira a los hijos sino criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4).
- Obedecer a los amos terrenales, y que los amos dejen las amenazas (Colosenses 3:22).
- Que los maridos amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y que las esposas se sujeten a sus maridos, así como la iglesia está sujeta a Cristo (Efesios 5:21-23).
- Predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 15:16).
- Leer las Sagradas Escrituras (1 Timoteo 4:13-16).
- Orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17).
- Sobrellevar las cargas los unos a los otros (Gálatas 6:2).
- Hacer todas las cosas con amor (1 Corintios 16:14).
- Huir de las pasiones juveniles (2 Timoteo 2:22).
- Ejercitarse para la piedad (1 Timoteo 4:7).
- No hacer acepción de personas (Santiago 2:9).
- Honrar a padre y a madre (Efesios 6:2), y muchos más. "En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:11).
Hno. Gerson Rosa
[1] Hay personas que aseguran no saber cuál es la voluntad de Dios para sus vidas. Pero la voluntad de Dios está claramente revelada en su Palabra y él espera que la conozcamos y cumplamos.
[2] Es también conocida por los teólogos como voluntad de decreto.
[3] Uno no puede pretender conocer la voluntad no revelada de Dios mientras no obedece la voluntad que Dios ha revelado y expresado en su Palabra, en mandamientos específicos.
[4] Los mandamientos que Dios entregó a la nación de Israel tienen que ver con la adoración a Dios, la santidad, la esclavitud, las fiestas solemnes y las ceremonias, los actos de santidad y de pureza, la inmoralidad, las guerras, las enfermedades, el trato con los extranjeros, las relaciones comerciales, los bienes, sus pactos y promesas, entre otros aspectos bajo el antiguo pacto.
[5] Muchos judíos han considerado que los mandamientos del Antiguo Pacto suman en total 613. En la época medieval, un judío llamado Maimónides dividió éstos en las siguientes dos categorías: 1) mandamientos en positivo (los que tienen que ver con "hacer esto", un total de 248) y 2) mandamientos en negativo (los que tienen que ver con "no hacer esto", un total de 365). Sin embargo, más importante que este arreglo, es que sepamos que la Ley registrada en el Antiguo Pacto fue nuestro Ayo para llevarnos a Cristo (Gálatas 3:24).
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