domingo, 11 de julio de 2021

Atributos de Dios (1/2)

Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (1 Timoteo 1:17).

Los atributos[1] de Dios son cualidades divinas de Él que nos hablan acerca de su naturaleza, carácter y perfecciones. Cuando la Biblia dice que Dios es Uno, Soberano, Omnisapiente, Omnipresente, Omnipotente, Eterno, Fiel, Inmutable, Justo, Amor, Santo, y otros, está señalando sus atributos. De acuerdo a los teólogos, estos atributos pueden ser clasificados de dos maneras, a saber:[2] 1) Atributos comunicables y 2) Atributos incomunicables. Los atributos incomunicables son aquellos que Dios no comparte con nadie, tales como su eternidad, inmutabilidad, omnipresencia; mientras que los comunicables son aquellos que él sí comparte con nosotros, a saber: su sabiduría, fidelidad, amor y conocimiento. Wayne Grudem, quien clasifica así los atributos de Dios, en su obra de Teología Sistemática, observa lo siguiente al respecto:

"No hay atributo de Dios que sea completamente comunicable, y no hay atributo de Dios que sea completamente incomunicable...Por ejemplo, la sabiduría de Dios por lo general se diría que es un atributo comunicable, porque nosotros también podemos ser sabios. Pero nunca seremos infinitamente sabios como Dios lo es. Él nos da su sabiduría hasta cierto punto, pero nunca por completo...Los atributos que llamamos «incomunicables» se definen mejor diciendo que son atributos de Dios que compartimos menos...Por ejemplo, Dios es inmutable, en tanto que nosotros cambiamos. Pero no cambiamos completamente, porque hay algunos aspectos de nuestro carácter que casi siempre permanecen sin cambio: nuestra identidad individual, muchos de nuestros rasgos de personalidad, y algunos de nuestros propósitos de largo alcance permanecen sustancialmente sin cambio a través de muchos años (y permanecerán en su gran parte incambiables una vez que seamos libres del pecado y empecemos a vivir en la presencia de Dios para siempre)".[3]

A continuación, presentamos una breve descripción de algunos de los muchos atributos o cualidades divinas de Dios:

1. Dios es santo

La verdad bíblica de que Dios es santo significa que él está separado de toda clase de maldad o formas de corrupción que puedan existir o conocerse (1 Juan 1:5). Significa que él es diferente a todo lo creado y está por encima de ello (Efesios 1:21), es decir, lo trasciende. Expresa que él no tiene tacha ni mancha en su ser ni en su carácter (Oseas 14:9). La Biblia asegura que en Dios "no hay ningunas tinieblas" (1Juan 1:5) y que él es "el Padre de las luces" (Santiago 1:17). Él es santo.

Es porque Dios es santo que los serafines, tal como los describe el profeta Isaías, no cesan de decir: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3). Es por este atributo que sus palabras, caminos, obras, mandamientos y juicios son todos justos (Deuteronomio 34:4). Es porque Dios es santo que él no puede tener comunión con quienes llevan un patrón de vida pecaminoso. Por la santidad de Dios, el profeta Isaías dijo a la nación de Israel: "…vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír" (Isaías 59:2). Asimismo, es porque Dios es santo que las Escrituras declaran que debemos seguir la paz y la santidad "sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14).

Es también debido a que Dios es santo que fue necesario el sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la cruz, a fin de superar la distancia entre el Dios santo y nosotros (Romanos 3:23). La Biblia dice que, "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21). Es por medio de nuestro Señor Jesucristo que podemos tener acceso con confianza a la presencia del Dios santo y entrada en el reino de los cielos. Lo que hizo Cristo para reconciliarnos con Dios debe ser nuestra mayor motivación para no continuar practicando el pecado que nos aleja de Dios. Si en verdad tenemos a Dios como nuestro Padre, el solo hecho de saber que él es santo nos debe mover a aborrecer el pecado como él lo aborrece y a amar la justicia como él mismo la ama.

Como Dios es santo, él manda que también nosotros seamos santos. Por boca del apóstol Pedro, él dijo: "como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15-17). La manera de obedecer este mandato de ser santos comienza respondiendo bíblicamente a la Palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación (Efesios 1:13). Luego perseverando, en el evangelio mismo, en una vida de santificación constante (Romanos 6:22). Si Dios nos lavó, santificó y justificó "en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:11), él entonces espera que permanezcamos en santidad. Tanto su carácter santo como su mandamiento de que seamos santos son constantemente reiterados en prácticamente toda la Escritura (2da. Timoteo 3:16,17).

Los hombres que han tenido un encuentro con Dios quedan de alguna manera impactados por su santidad. Ese fue el caso de personajes bíblicos como Abraham, Isaías y Pedro. Piense por un momento en la experiencia que cada uno de ellos tuvo con Dios al contemplar su santidad. Al presentarse ante la presencia del Dios santo, Abraham se consideró a sí mismo como "polvo y ceniza" (Génesis 18:27). Al tener un visión de la grandeza y majestad de Dios, Isaías exclamó: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5). Al contemplar la hermosura de la santidad del Dios-hombre Jesucristo, el apóstol Pedro gritó en la barca: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5:8). Al contemplar realmente la hermosura de la santidad de Dios nuestra perspectiva es de humillación ante su grandeza.

Una petición constante que deberíamos tener hoy es esta: que Dios nos conceda una visión cada vez más apropiada de quién es él y quienes somos nosotros, al considerar su grandeza como nos la muestra la Biblia. Pues un real destello de la santidad de Dios a nuestras conciencias es lo que nos hará ver nuestra bajeza y destrozará nuestra jactancia; es lo que nos hará llorar por nuestros pecados y nos hará correr desesperadamente hacia Cristo en busca de perdón, misericordia y limpieza. Una visión correcta de la santidad de Dios también nos impulsará a ofrecer a Dios nuestra más profunda adoración, admiración y reverencia por la magnificencia de su santidad. Una visión genuina de la santidad de Dios es lo que justamente necesitamos que el Espíritu Santo nos infunda en el día de hoy, al menos cada vez que nos exponemos al estudio y predicación expositiva de su Palabra.

Cuando un verdadero creyente le falla al Dios santo que nos presenta la Biblia, después de éste haber conocido su sanidad, no es una exageración afirmar que él pudiera decir como David: “Mas yo soy gusano, y no hombre” (Salmos 22:6). También pudiera tener una actitud similar a la del publicano que no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo sino que se golpeaba el pecho y decía: "sé propicio a mí, pecador" (Lucas 18:13). No obstante, el mismo Dios santo que nos presenta la Escritura, en su inmensa gracia y misericordia, estará dispuesto a perdonarlo y a limpiarlo mediante la sangre de Jesucristo, la cual habla mejor que la de Abel (Hebreos 12:24), si de todo corazón se arrepiente de su falta. La Biblia dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). La comunión del creyente con el Padre santo es restaurada por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Todos los demás atributos de Dios son expresiones de su santidad. Dios es perfecto en todos sus atributos debido a que él es Santo.

2. Dios es eterno

Significa que Dios no tiene principio ni fin de días. Él declaró en su Palabra: “Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre” (Isaías 43:13. Dios siempre ha existido. Sus años no acabarán (Hebreos 1:12). La Biblia dice: “Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios” (Salmo 90:2). Él no es limitado por el tiempo pasado, presente y futuro que encierran al hombre en este trecho existente entre la eternidad pasada y la eternidad futura.

Nuestro Señor Jesucristo, siendo uno con el Padre (Juan 10:30) y "Dios sobre todas las cosas" (Romanos 9:5), también es eterno. Él dijo: "antes que Abraham fuese yo soy"(Juan 8:58). Hizo esta afirmación, no tratando de enseñar que él había nacido unos cuantos años antes que Abraham en este mundo sino para comunicar que él era Dios y que a la vez era eterno. De manera que, decir que Jesucristo es eterno es lo mismo que decir que Dios es eterno, pues ellos son Uno.

Juan, el discípulo amado, también refirió la eternidad de Dios al escribir estas palabras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Una de las gloriosas verdades que comunica éste versículo es que antes de que todas las realidades físicas fueran creadas el verbo era, es decir, ya existía. De manera que Dios no tuvo un comienzo como lo tuvo la humanidad y toda su creación sino que, como bien dice su Palabra en otro lugar, él es antes de todas las cosas y "todas las cosas en él subsisten" (Colosenses 1:17).

Igualmente, Pedro el apóstol habló de la eternidad de Dios cuando afirmó esta verdad: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). No existe evidencia de algún ser humano que haya vivido este tiempo en el mundo, algo más que el tiempo vivido por Matusalén, el hombre más longevo (969 años) en toda la historia humana. Sin embargo, a diferencia del hombre, Dios no está limitado por mil o por más años, pues Él es Eterno y sus años no acabarán (Hebreos 1:12).

Cuando comparamos la cantidad de mil años con la corta edad que alcanzamos en este mundo, fácilmente concluimos que se trata de un tiempo bastante largo como para permanecer vivos en este planeta. Esto, al menos desde nuestra humana perspectiva. Pero para con el Dios que la Biblia nos presenta, el tiempo de mil años señalados por Pedro es como el día de ayer que pasó, de acuerdo a las Sagradas Escrituras. "Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche (Salmos 90:4).

Dios es Eterno (Deuteronomio 33:27) y este es uno los grandiosos y maravillosos atributos que revelan las Escrituras. Por tanto, digamos como Pablo: "al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17).

3. Dios es uno

La Biblia enseña que Dios es uno. Esta enseñanza constituye uno de los grandes pilares sobre los cuales se afianza la fe cristiana y una de las doctrinas que más debates ha generado en el mundo teológico debido a las distintas posturas e interpretaciones que muchos han abrazado al respecto. Sin embargo, en este tópico nos concentraremos en referir lo que la Biblia enseña en diferentes pasajes sobre esta verdad.

En el Antiguo Testamento, distintos pasajes apuntan a Dios como uno. Por ejemplo, en Isaías 45:22, el mismo Dios dijo: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más". Deuteronomio 4:39, expresa que hay un solo “Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro”. En Deuteronomio 6:4, el pueblo de Israel fue exhortado con esta fundamental declaración: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es". Así podríamos citar múltiples pasajes del Antiguo Pacto que dejan bien establecida la verdad de que Dios es uno.

Al trasladarnos al Nuevo Testamento, también encontramos la misma enseñanza reiterada por sus escritores divinamente inspirados. Por ejemplo, el apóstol Pablo dijo que hay “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos;” (1 Corintios 8:6). También declaró que “para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (1 Corintios 8:6). Y, en su primera carta a Timoteo, dijo: “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al ÚNICO y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17). Otro de los escritores, el apóstol Juan, declaró de forma precisa la enseñanza de Dios como uno al decir que “tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1 Juan 5:7). De modo que el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo son uno.[1]

Este Dios nuestro, el cual se nos revela como uno en las páginas de la Biblia, es el único que debe ser adorado. Tanto en la esfera de la creación espiritual como en la material sólo él debe recibir toda la gloria, de conformidad con su Palabra. Solo él es digno de todo nuestro amor y adoración. Cuando Satanás reclamó a Jesús que lo adorara, a cambio de todos los reinos del mundo (Mateo 4:9), la respuesta contundente del Señor Jesucristo fue "Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mateo 4:10). De manera que cualquier acto de adoración que no sea dirigido a este único y verdadero Dios, es idolatría.[2]

A diferencia del cristianismo, desde tiempos antiguos, diversas religiones del mundo se han caracterizado por la práctica del politeísmo.[3] Quienes forman parte de esas religiones, tristemente sirven a una pluralidad de dioses con la creencia de estar en lo correcto, en lugar de adorar al Dios único y verdadero que revela la Biblia.[4] El politeísmo prosigue en el mundo debido a que "el dios de este siglo", Satanás, ha cegado el entendimiento de la gente "para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios" (2 Corintios 4:4).

Pero a pesar del politeísmo presente el mundo, si las gentes escuchan con fe el poderoso mensaje del evangelio de la gracia de Dios y creen en Cristo como dice la Escritura (Juan 7:38), entonces sus ojos serán abiertos para conocer, adorar y servir al único Dios verdadero que presenta la Biblia.

4. Dios es omnipotente

El prefijo omni significa todo y el sufijo potente significa poder. Cuando la Biblia dice que Dios es omnipotente, justamente está diciendo que él es Todopoderoso. Está comunicando que su poder es infinito e ilimitado. En otras palabras, Dios todo lo puede y nada es imposible para él (Lucas 1:37). Como Dios Todopoderoso, él tiene el poder de crear, de sanar y de salvar; de destruir y restaurar; de dar vida y de dar muerte (1 Samuel 2:6) sin ningún tipo de limitación. Para Dios es posible todo lo que al hombre resulta imposible. La verdad de que Dios es omnipotente debe infundirnos una sólida confianza en Él.

Las Escrituras registran abundantes ejemplos de las manifestaciones del poder de Dios. Por ejemplo, Dios hizo manifiesto su poder cuando:

  • Creó los cielos y la tierra con la Palabra de su poder (Génesis 1:1).
  • Libró a al profeta Daniel de las bocas de los leones (Daniel 6:22).
  • Libró a Sadrac, Mesac y a Abed-nego, compañeros de Daniel, de un horno de fuego ardiendo (Daniel 3:19).
  • En su justo juico, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra (ciudades sumergidas en la inmoralidad sexual), salvando al justo Lot y a sus hijas (Génesis 19:24).
  • Derribó reinos y dio grandes victorias en las guerras a su pueblo Israel (Hebreos 11:32,33).
  • Mostró su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza y obró grandes milagros en el pueblo (Mateo 8:27).
  • Envió un diluvio sobre todo un mundo impío, debido a la maldad del hombre en los días de Noé, salvando a ocho personas (Génesis 7:11).
  • Resucitó a nuestro Señor Jesucristo, de entre los muertos (1 Corintios 6:14).
  • Mostró su poderío trayendo una enorme cantidad de codornices del mar, de tal manera que “el que menos, recogió diez montones” (Números 11:32). Esto ocurrió luego de Moisés preguntar a Dios: “¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos?” (Números 11:13).
  • Abrió el Mar Rojo para que Israel lo Cruzara, destruyendo los carros y el ejército de Faraón (Éxodo 14:21).
Una de las manifestaciones más impresionantes del poder de Dios es la que tuvo lugar en el valle de los huesos secos que le fue mostrado al profeta Ezequiel. A pesar de que esos huesos estaban secos, esto no fue una imposibilidad para que Dios entrara espíritu en ellos para que vivan mediante el poder de su Palabra. Pues Dios dijo a Ezequiel: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a .estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová”. (Ezequiel 37:4-6).

De un modo similar, el poder de Dios hoy se continúa manifestando al dar vida por medio de Cristo a los que andan muertos en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). Cuando los muertos espirituales creen el evangelio de Cristo, el cual es "poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16), reciben una vida de naturaleza espiritual que solo Dios puede dar. Sin importar cuán grave sea la condición del pecador, en el evangelio de Cristo hay gracia, perdón y vida abundante para él, de parte de Dios, si cree y se arrepiente de todo corazón.

En su omnipotencia, la mano de Dios no se ha acortado para salvar, proveer, cuidar, sanar, levantar y obrar poderosamente en todo aquel que pone su fe en Cristo. En Efesios 3:20, el apóstol Pablo nos dice que Dios "es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros". Por este motivo, Pablo también oró para que los hermanos en Éfeso supieran cuál es la supereminente grandeza del poder de Dios para con nosotros los que creemos, "según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales" (Efesios 1:19,20).

También es bueno es saber que el poder de Dios no se quedó limitado al pasado. Según su soberana voluntad, Dios sigue hoy obrando poderosamente en la vida de cada creyente en particular, en su iglesia de manera corporativa, en la humanidad y en toda su creación sin que nadie lo detenga. A los creyentes se nos exhorta a fortalecernos "en el Señor, y en el poder de su fuerza" (Efesios 6:10). Esta exhortación sigue vigente para los cristianos. Dios continúa obrando con poder tanto en su creación espiritual como material con propósitos que tienen que ver con su gloria. Dios vive y reina por los siglos de los siglos siendo eternamente Dios Todopoderoso.

5. Dios es omnisciente

La idea de que Dios es omnisciente[5] comunica la verdad de que Él lo sabe todo. Uno de los pasajes bíblicos que mejor refiere este atributo de Dios es el Salmo 139:1-6. Este pasaje describe de manera clara y asombrosa el conocimiento que Dios posee de nosotros, en los siguientes términos:

"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender" (Salmo 139:1-6).

Dios lo sabe todo de nosotros. Conoce nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Conoce nuestros secretos más íntimos[6], incluso aquellos que cualquiera lleve a su tumba o aquellos que los vivos intenten ocultar. Conoce cada célula, cada órgano y cada tejido de nuestro organismo. Conoce la cantidad de cabellos que hay en nuestras cabezas (Mateo 10:30). Sabe nuestra entrada y nuestra salida; nuestra fatiga y nuestro reposo; nuestro dormir y nuestro despertar. Sabe lo que nos conviene y lo que no. Todo lo nuestro le es conocido. Aun no está la palabra en nuestra lengua, y ya Dios "la sabe toda" (Salmos 139:4).

Dios también conoce la totalidad de los astros que pueblan el universo. Conoce cada planeta, cada galaxia y cada estrella. Él “cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres” (Salmos 147:4). Conoce la cantidad, el lugar, las características y dimensiones de los astros. Es maravillo este conocimiento, ¿Quién lo puede alcanzar? Aquellos objetos y asuntos del universo que a los hombres de mucha ciencia les son velados, Dios los conoce todos a fondo. Él es el Creador de todas las cosas y es Omnisciente.

El 25 de diciembre del año 2021 fue lanzado al espacio el telescopio James Webb, una máquina de unos 10,000 millones de dólares, con la misión de buscar las primeras estrellas que alumbraron el universo. Mediante este observatorio espacial, científicos buscan descubrir secretos acerca de "la formación del todo" que les permita responder la pregunta fundamental, "¿de dónde venimos?". Sin embargo, el Dios que revela la Biblia sabe perfectamente todos los procesos de su creación porque Él mismo es el Creador del universo. De modo que la respuesta bíblica y corta a dicha pregunta fundamental es que venimos de Dios (Salmos 100:3). Todo aquello que los científicos anhelan descubrir, reposa de manera clara en la mente del Dios omnisciente.

Dios conoce todo de su creación espiritual y terrenal. Ningún asunto escapa de su omnisciencia. Él conoce a sus ángeles, serafines y querubines. Conoce a los ángeles que abandonaron su morada, no guardando su dignidad (Judas 1:6). Ni un solo ser angelical mueve una de sus alas, se comunica o tiene un pensamiento sin que Dios lo sepa. Asimismo, Dios tiene presente la existencia y la actividad de cada semilla y de cada árbol plantado sobre la tierra (los que son, los que han sido y los que serán). Igual conoce a todos los animales y especies tanto los que habitan en las aguas, los que vuelan, los que se arrastran y los que caminan sobre la tierra. La Biblia afirma que ningún pajarillo cae a tierra sin que Dios lo sepa (Mateo 10:29).

Debido a su omnisciencia, Dios no necesita que nadie le enseñe ni le cuente. La Biblia dice: “¿Quién guió al Espíritu del Señor, o como consejero suyo le enseñó? ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién lo instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento y le mostró el camino de la inteligencia?” (Isa. 40:13-14) Nadie en absoluto. Lo mismo dice la Biblia acerca de Jesucristo con éstas palabras: "Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre (Juan 2:24,25). Durante su ministerio terrenal nuestro Señor Jesucristo lo sabía todo, sin necesidad de que nadie le enseñara o le contara.

El conocimiento que Dios tiene de las cosas es infalible, es decir, carece de error. También es simultáneo, esto es, que sabe lo que pasa en todas partes al mismo tiempo. Son numerosos los pasajes bíblicos que nos hablan de la omnisciencia perfecta de Dios. A continuación, considere cuán asombroso es este conocimiento que tiene:

Nadie puede esconderse de Dios, él lo sabe todo.
  • Hebreos 4:13. "Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta".
  • Jeremías 23:24. "¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?"
  • Isaías 29:15. "¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?"
Dios conoce nuestros secretos más íntimos
  • Salmos 44: 21. "¿No demandaría Dios esto? porque él conoce los secretos del corazón".
  • Job 42: 2. "Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti"
  • Hechos 15: 8. "Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros".
Dios puede revelar lo escondido
  • Daniel 2:22. "El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz".
  • Lucas 12:3. "Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas".
  • Lucas 4:22. "Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz".
  • 1 Timoteo 5:24. "Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, más a otros se les descubren después".
  • Romanos 2:16. "En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio".
En un sentido especial, Dios conoce a los que son suyos
  • 2 Timoteo 2: 19. "Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo".
  • Nahúm 1: 7. "Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían".
  • Gálatas 4:8,9. "Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?".
  • Ap. 2:2. "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos".
  • Ante la realidad de la omnisciencia de Dios, ¿cómo reaccionaremos? ¿Qué haremos al respecto? éstas son preguntas que cada uno de nosotros debe responderse con sinceridad, a luz de la Palabra de éste mismo Dios Omnisciente, el cual conoce y continuamente mira a los buenos y a los malos (Proverbios 15:3).
6. Dios es omnipresente

La omnipresencia[7] de Dios significa que él, como Dios perfecto, está presente en todas partes al mismo tiempo. Sin importar hacia donde uno vaya ahí está Dios presente. La Biblia dice: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos" (Proverbios 15:3); "Sus parpados examinan a los hijos del hombre (Salmos 11:4). El salmo 139:7-12 refiere este atributo de la omnipresencia de Dios, en los siguientes términos:

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz". (Salmos 139:7-12).

Tanto el atributo de la omnipresencia de Dios como el de su omnisciencia[8] están estrechamente relacionados. De manera que no podemos hablar de su omnipresencia sin referirnos a su omnisciencia. A continuación, considere cómo ambas cualidades divinas quedan sobreentendidas en sucesos de las vidas de los siguientes personajes bíblicos, aunque en experiencias marcadas por la desobediencia:

a. Adán y Eva

Después que Adán y Eva tristemente traspasaron el mandamiento de no comer el fruto prohibido, ellos intentaron esconderse de la presencia de Dios. Sin embargo, la Biblia testifica que la voz de Jehová se paseaba en el huerto del edén, "al aire del día" (Génesis 3:8) como una evidencia de que Dios sabía lo que habían hecho y de que era imposible ocultarse de su presencia. Él es omnipresente, también omnisapiente.

b. El profeta Jonás

El profeta Jonás había intentado huir del llamado y mandato que Dios le había comunicado de ir a predicar arrepentimiento a la gente de Nínive. En lugar de ir a Nínive, él se levantó y pagó su pasaje para irse en una nave hacia Tarsis, buscando "huir de la presencia de Dios" (Jonás 1:3). Sin embargo, mientras iba en la nave, Dios levantó un gran viento en el mar de tal manera que se pensaba que la nave se partiría. Los hombres de la nave, al entender que sus vidas corrían peligro a causa de Jonás, resolvieron echarlo en el mar (Jonás 1:12). Pero ya Dios tenía preparado un gran pez que se tragase a Jonás (Jonás 1:17) y lo vomitara en la tierra a fin de que cumpliera su misión de predicar a la gente de Nínive (Jonás 2:10). Seguramente, esta experiencia hizo que Jonás meditara en la imposibilidad de huir de la presencia del Dios que todo lo ve y todo lo sabe. Dios es omnipresente, también omnisapiente.

c. Caín, hermano de Abel

Caín pudo haber pensado que Dios jamás se enteraría del homicidio que cometió contra su hermano Abel. Sin embargo, el Dios omnisciente que mira desde los cielos no tardó en reprenderlo con estas palabras: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Génesis 4:10). Obviamente, la sangre de Abel no tuvo una voz audible que le comunicara a Dios lo que Caín había hecho sino que Dios mismo fue testigo desde el cielo del mal cometido contra la vida de Abel. Dios es omnipresente, también omnisapiente.

d. El hebreo Acán

Acán, contemporáneo del líder Josué, fue otro personaje que pudo haber pensado que jamás se descubriría "un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos" (Josué 7:21), que intentó mantener a escondidas. Él pasó por alto que Dios había visto su falta y que un día la juzgaría. Debido a su pecado oculto[9], el pueblo de Israel sufría derrota por parte de sus enemigos. Sin embargo, un día Dios sacó a luz su falta, de una manera que quizás el mismo Acán nunca habría imaginado. Descubierto su pecado, las consecuencias para él y su familia fueron desastrosas. El libro de Josué cap. 7 contiene el relato completo de la historia. Un mensaje bíblico quedó claro ahí: "No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz" (Marcos 4:22). Dios es omnipresente, también omnisapiente.

e. El rey David

El rey David es otro personaje que intentó mantener oculto un pecado de adulterio que había cometido con Betsabé, mujer de Urías heteo (2 Samuel 11:3,4). David planeó mantenerlo en secreto, pero el Dios que ve y conoce lo que hay en el corazón del hombre, un día se lo manifestaría en público haciéndole saber las consecuencias (2 Samuel 12:1-25). Cuando Dios decidió sacar a luz su pecado, David tuvo que reconocerlo con hondas lágrimas de arrepentimiento (2 Samuel 12:12, 16,22). Una y otra vez, queda reiterada la misma enseñanza bíblica: nada hay oculto para Dios, nada hay escondido que él no haya de ver y saber. Él es omnipresente, también omnisciente.

f. El rey Saúl

Dios había mandado al rey Saúl a destruir TODO lo de Amalec, el cual se había opuesto a Israel cuando subía de Egipto (1 Samuel 15:3). Ésta era su misión. Sin embargo, "Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron" (1 Samuel 15:9). Dios, sabiendo esto, dijo al profeta Samuel: "Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras…" (1 Samuel 15:9). Oído esto, Samuel entonces fue a encontrarse con el rey Saúl para declararle lo que Dios le había dicho. Saúl, tras escucharlo le dijo: "Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová" (1 Samuel 15:13). Sin embargo, ¿era cierto que Saúl había cumplido con las palabras de Jehová? evidentemente que no. Pues Dios hizo que a través de Samuel, Saúl reconociera su desobediencia mediante esta interrogante que le hizo: "¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? (1 Samuel 15:14). Cuando uno se pregunta quién abrió las bocas de esas ovejas y de esas vacas que Saúl tenía ocultas delante de Samuel, la respuesta es que eso lo hizo el mismo Dios que todo lo ve y todo lo sabe. Él es omnipresente, también omnisciente.

Por lo anteriormente expuesto, se puede afirmar, con base bíblica, que es inútil tratar de ocultarse de un Dios que tiene estos atributos de omnisciencia y omnipresencia. Dios sabe y ve todas cosas. Él está en todo lugar. Haremos bien en oír atentamente la exhortación del autor del libro a los Hebreos, quien dijo que “no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). El profeta Jeremías lo dijo de esta manera: “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?” (Jeremías 23:24). Esta realidad debe infundir en nosotros un temor reverente hacia Dios. Debe movernos a ser vigilantes en nuestros corazones ante el peligro que representa el pecado, sea público o secreto.

Dios está presente en todos los momentos y asuntos de la vida de sus hijos que caminan en su voluntad. Dios está presente en nuestra adoración, en nuestra oración, en nuestro servicio a él y a nuestros prójimos, en nuestros hogares y lugares de trabajo, en nuestros viajes, en la salud y en la enfermedad, cuando corremos peligros, en el gozo y en la tristeza, en la vida y en la muerte, en toda circunstancia Dios está con nosotros actuando para nuestro bien y para su gloria, según su soberana voluntad. Nunca olvidemos la promesa de nuestro Señor Jesucristo: "...he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mateo 28:20).


[1] El Antiguo Testamento muestra escasos indicios de la naturaleza trina de Dios (por ejemplo está implícita en Génesis 1:26). La enseñanza de que el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo son uno, se va haciendo más manifiesta en las Escrituras a través de la revelación progresiva de Dios. La revelación progresiva quiere decir que Dios va descubriendo algo más de sí mismo o de su plan de salvación a medida que pasa el tiempo. Esta es la razón por la cual encontramos la enseñanza de la deidad de Dios de una manera más manifiesta en el Nuevo Testamento.


[2] La idolatría es definida como la práctica de adorar a dioses falsos.


[3] El politeísmo consiste en la creencia en varios dioses. En el cristianismo creemos en un solo Dios (monoteísmo). En armonía con las Sagradas Escrituras, los cristianos confían en un único Dios, el cual es sobre todos, en todos y por todos (1 Corintios 8:6).

Hno. Gerson Rosa


[4] El Salmo 115:4-8 expresa la forma de ignorancia que puede tener lugar en las religiones falsas, cuando dice: "Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos".


[5] Omnisciencia: sus componentes léxicos son "omni" que significa todo y "scire" que significa saber. El que Dios es omnisciente quiere decir que él lo conoce todo. Este atributo es exclusivo de él.


[6] La Biblia testifica que llegará un día en el cual “Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres” según su evangelio (Romanos 2:16). Algunos secretos son revelados antes de que ese día llegue. Otros se manifestarán después. La Biblia dice: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, más a otros se les descubren después” (1 Timoteo 5:24). A su debido tiempo, Dios sacará a la luz todas las cosas porque “no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz (Marcos 4:22). Dios dijo: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10).




[7] Omni significa "todo" y presente que "está presente". Dios omnipresente significa que Dios está presente en todo lugar al mismo tiempo.


[8] El que Dios es omnisciente quiere decir que Dios lo sabe absolutamente todo.


[9] El pecado oculto tarde o temprano trae consecuencias lamentables en la vida de un individuo, de la familia, de la iglesia o de una sociedad. Proverbios 28:13 dice: "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia". La Biblia dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).

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